Una refugiada de nombre Annie Salijevic, croata durante el conflicto de Bosnia en los 90. Annie Salijevic estuvo aislada con su madre en Sarajevo por tres años durante el asedio de la capital por los Serbios. Durante ese tiempo, ella descubrió la música de Michael Jackson después de hacer amistad con dos oficiales de las Naciones Unidas, quienes le dejaron un estéreo con dos casettes: Thriller y Bad.
FOREVER IN MY HEART
En mayo de 1992, mi madre y yo fuimos a visitar a mi abuela a una ciudad llamada Tuzla, en Bosnia. Soy croata y vivía en una isla llamada Korcula. Pero durante la visita estalló la guerra. Tratamos de escapar y pudimos llegar a Sarajevo, pero no pudimos salir de allí por tres años.
Tenía siete años. Mi infancia fue destrozada. No tenía allí a nadie de mi edad. El sonido de las granadas y las sirenas se convirtió en la norma y, después de un tiempo, desconocía cualquier otra realidad. Todo lo que había sucedido antes parecía un sueño borroso.
Unos seis meses después de comenzada la guerra, los oficiales de las Naciones Unidas que aparcaban delante del edificio donde vivía, empezaron a hablarme. Mi madre me había estado enseñando inglés desde los cuatro años, así que entendía bastante.Por un tiempo, los únicos amigos de la infancia que tuve fueron estos oficiales del Bronx y de Queens, en Nueva York. Un día, uno de ellos estaba escuchando música con sus auriculares y me dejó escucharla.
Me gustó mucho. Le pedí si podía escucharla unos minutos hasta dormirme. Por primera vez en meses pude dormir toda la noche. Por la mañana había dejado una nota que decía: “Puedes quedártelo” (todavía la conservo). Los auriculares aún estaban en mi cabeza y me habían dejado los casettes de Michael Jackson: Bad Y Thriller. Los siguientes dos años fueron toda mi música.
En ese momento no tenía idea de quien era Michael Jackson, pero sabía que su música me animaba y silenciaba todo el ruido del exterior. Hasta el día de hoy, cuando estoy enfadada por algo, su música es mi único alivio, una manta de seguridad.
Normalmente cuando recibíamos cajas de comida, eran de las Naciones Unidas. Pero de vez en cuando recibíamos algo con la etiqueta “Heal the World”. Cada vez que esas cajas llegaban , sabía que no eran solo trigo y arroz. Siempre incluían mantas y juguetes, además de comida y medicinas. Todavía conservo la manta que conseguí en una de aquellas cajas de supervivencia.
En 1995 conseguimos escapar a Alemania. Éramos refugiadas. Aprendí rápidamente el idioma, pero mi madre tardó casi un año. Trabajó duro para darme una vida confortable. Cada par de meses me compraba algo relacionado con Michael Jackson (o de los Power Rangers, otra obsesión de la época).
Para mi cumpleaños en 1997, me compró dos entradas para su concierto en Gelsenkirchen. Mi cumpleaños era en enero, así que la tortura de esperar tanto tiempo me estaba matando. Pero mereció la pena. Cuando fuimos a verlo fue algo abrumador y surreal. Yo solo era una más entre la multitud a quenes inspiró e influyó, estoy segura. Pero me sentía como si fuera la única persona allí, y hasta el dia de hoy veo aquella experiencia como algo extraño, irreal en mi vida.
Cuando el concierto terminó, la hippie de mi madre me llevó a una puerta trasera donde la gente esperaba ver a Michael. El salió fuera y la multitud se volvió loca. Firmó el CD que mi madre llevaba, yo era muy tímida y me escondía detrás de ella, pero sonreí y él me acarició el pelo. Mi madre dice que también dijo: “Hey linda! Pero yo no escuché nada.
Mi familia se trasladó a Vancouver, en Canadá, en el año 2000, y la posibilidad de volver a ver una actuación suya fue casi nula. Pero verdaderamente aprecio cada uno de los recuerdos que tengo de él y ahora me siento bendecida por haber tenido la oportunidad de verle.
Ojalá no se hubiera ido tan pronto. Pero los mejores se van los primeros. Lo aprendí siendo una niña. Duele incluso pensar en su muerte. Pero casi parece natural que nos dejara. Él era nuestro Peter Pan y le voy a echar mucho de menos. Todavía no puedo comprender un mundo sin Michael Jackson en él. Pero él vivirá para siempre en mi corazón.
No soy la única con esta historia. Contacté con alguna gente en Youtube que comentaba un video en el que la fundación “Heal the World” enviaba cajas llenas de material a Sarajevo. Muchos eran refugiados también, muchos le vieron actuar en el país a donde habían escapado. Nunca olvidaremos lo que hizo por nosotros cuando éramos niños. Durante un tiempo en que casi no tuvimos la oportunidad de una infancia, él nos dio una. Una significativa infancia. Descanse en paz.
Michael envia ayuda a los refugiados de
la guerra en Bosnia
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