En 1987 la banda de Jersey estaba en el punto más álgido de su carrera y
dio la casualidad que coincidieron en Tokyo al mismo tiempo que Jackson
actuaba con todas las entradas vendidas durante tres noches en el
Korakuem Stadium ante un total de 135.000 personas. Por suerte para el
gurpo, también se alojaban en el mismo hotel. Como manager de Bon Jovi,
Frank Dileo organizó un encuentro entre ambas fuerzas musicales y fue
tan extraño como se lo pueden imaginar
"El hotel tenía forma de mano, con la zona de ascensores en lo que sería la palma. Los dedos se alejaban hacia afuera, siendo cada uno de ellos un ala con múltiples habitaciones. En el último piso, una de las alas estaba bloqueada para Jackson y su gente cercana.
Dileo guió a Bon Jovi y sus compañeros de grupo a lo largo del pasillo hasta la suite del cantante, haciendo una pausa para colocarse el pelo y apagar su puro antes de abrir.
"La habitación había sido deshecha y redecorada" contaba Bon Jovi. "Habían puesto espejos contra las paredes para que pudiera practicar sus pasos de baile, y había una pista de baile de madera allí. Y ocupaban un ala entera del hotel. Ni que decir tiene que gastar dinero no era un problema."
Jackson entró en la sala con su famoso traje del Bad Tour y los roqueros trataron de impresionarle con sus historias sobre la fama:
Los músicos de Jersey, recien llegados de una gira por Australia y nuevos a los avatares del superestrellato inmediatamente comenzaron a narrarle historias de su viaje a Jackson. Eran tan famosos en aquel país, le dijeron, que tuvieron que comprar pelucas y bigotes falsos para evitar a los paparazzi; que la única forma de salir de su hotel era en la furgoneta de la lavandería. Jackson sonreía y asentía, sin desvelar nunca el hecho de que él había estado haciendo lo mismo desde sus días en los Jackson 5.
“Estuvimos charlando un rato y no pudo ser más amable" dijo Bon Jovi.
Bon Jovi invitó a Jackson a quedarse con ellos de juerga en su habitación de hotel pero este nunca apareció. En su lugar, envió algo de diversión para que le sustituyera durante la tarde: al chimpancé Bubbles.
“Nos emborrachamos como cubas, hicimos guerras de agua, llamamos a las puertas, las típicas cosas que hacían las estrellas del rock en los ochenta," recuerda Bon Jovi. “Y le echamos la culpa de todo a Bubbles.”
“Estábamos desmadrando dos plantas más abajo con Bubbles, y él estaba arriba practicando sus coreografías" dijo Bon Jovi. “Mientras nosotros hacíamos desmadre y disfrutábamos de nuestro éxito, él ensayaba incluso hasta después de los conciertos porque estaba ultra mega centrado en ser Michael Jackson. La bendición fue la maldición".
"El hotel tenía forma de mano, con la zona de ascensores en lo que sería la palma. Los dedos se alejaban hacia afuera, siendo cada uno de ellos un ala con múltiples habitaciones. En el último piso, una de las alas estaba bloqueada para Jackson y su gente cercana.
Dileo guió a Bon Jovi y sus compañeros de grupo a lo largo del pasillo hasta la suite del cantante, haciendo una pausa para colocarse el pelo y apagar su puro antes de abrir.
"La habitación había sido deshecha y redecorada" contaba Bon Jovi. "Habían puesto espejos contra las paredes para que pudiera practicar sus pasos de baile, y había una pista de baile de madera allí. Y ocupaban un ala entera del hotel. Ni que decir tiene que gastar dinero no era un problema."
Jackson entró en la sala con su famoso traje del Bad Tour y los roqueros trataron de impresionarle con sus historias sobre la fama:
Los músicos de Jersey, recien llegados de una gira por Australia y nuevos a los avatares del superestrellato inmediatamente comenzaron a narrarle historias de su viaje a Jackson. Eran tan famosos en aquel país, le dijeron, que tuvieron que comprar pelucas y bigotes falsos para evitar a los paparazzi; que la única forma de salir de su hotel era en la furgoneta de la lavandería. Jackson sonreía y asentía, sin desvelar nunca el hecho de que él había estado haciendo lo mismo desde sus días en los Jackson 5.
“Estuvimos charlando un rato y no pudo ser más amable" dijo Bon Jovi.
Bon Jovi invitó a Jackson a quedarse con ellos de juerga en su habitación de hotel pero este nunca apareció. En su lugar, envió algo de diversión para que le sustituyera durante la tarde: al chimpancé Bubbles.
“Nos emborrachamos como cubas, hicimos guerras de agua, llamamos a las puertas, las típicas cosas que hacían las estrellas del rock en los ochenta," recuerda Bon Jovi. “Y le echamos la culpa de todo a Bubbles.”
“Estábamos desmadrando dos plantas más abajo con Bubbles, y él estaba arriba practicando sus coreografías" dijo Bon Jovi. “Mientras nosotros hacíamos desmadre y disfrutábamos de nuestro éxito, él ensayaba incluso hasta después de los conciertos porque estaba ultra mega centrado en ser Michael Jackson. La bendición fue la maldición".