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sábado, 7 de mayo de 2011

Keith Badgery: de chófer a amigo de Michael (3ra. Parte)


El 'Dangerous Tour' a veces hizo honor a su nombre de peligroso, particularmente en Rumanía. Michael voló a Bucarest, pero tres de nosotros tuvimos que ir conduciendo los tres vehículos principales por todo el país para reunirnos allí. Nos dijeron que nos aseguráramos de que los coches iban llenos de bolsas de patatas, botellas de agua, Coca Cola y esas cosas, pero que donde quiera que parásemos, nos veríamos inmediatamente rodeados por los lugareños.

Esto acabó siendo absolutamente cierto. En un momento que paré en una gasolinera (que por cierto, no tenía gasolina) y apareció gente literalmente de la nada. Rodearon el coche y sólo se fueron cuando les di paquetes de cacahuetes por la ventanilla. Lo mismo me ocurrió cuando paré en un cruce con una vía de tren, tuve que parar porque no había barreras, luces ni indicación alguna sobre si venía o no algun tren.

El siguiente problema fue la gasolina: no hay. Los otros dos conductores y yo descubrimos que cada gasolinera en la que paramos estaba vacía. Los tres llegamos a Bucarest con el tanque casi seco. Allí descubrimos que las gasolineras atraían filas enormes en las que había que esperar, literalmente, durante horas. Es una práctica normal en Bucarest el contratar a alguien para que haga cola todo el día por tí, lo que significa que puedes irte a trabajar tranquilo todo el día y a la vuelta ver si con suerte, tu coche está listo.

Ya que íbamos con Michael, la policía nos escoltó a la parte delantera de la fila, lo que no sentó muy bien entre los vecinos. Una niña pequeña se acercó a llenar mi depósito. Era tan dulce que le di una foto firmada por Michael. Su carita resplandeció totalmente cuando vio la foto: era como si le hubiese dado una bolsa llena de oro. Tras un momento, me la devolvió. 'No, no', le dije, 'es para ti'. Me miró con cara de sorpresa y guardó la foto cuidadosamente.

Michael estaba alojado en el Snagov Lake Palace, la residencia de verano del Presidente Nicolae Ceaucescu antes de que fuese asesinado en 1989. Ceaucescu podría haber caído, pero el estado de anarquía continuaba: había dos edificios en el palacio y nos dijeron que fuesemos en coche de uno a otro en lugar de ir paseando. Nos dijeron también que no caminásemos por el campo de noche. El lugar estaba plagado de guardias armados, de hecho no eran más que jovencitos que llevaban ametralladoras, y había un miedo real de que alguno fuese de gatillo fácil.

Era una situación extraña. El día siguiente pregunté al jefe de seguridad dónde podía ir a lavar el coche: 'Ven conmigo', me dijo. Me llevó a una urbanización llena de jóvenes desaliñados, tras un momento me di cuenta de que eran presos militares. Ellos lavaron el coche por mi, pero mientras lo hacían, tuve que abrirles el maletero. Estaba lleno de agua, Pepsi, patatas fritas, cacahuetes... La mirada de sus caras era de absoluta alegría de ver tanta abundancia dentro del coche y me sentí tan mal por ellos que no intenté pararles cuando las latas y las bolsas se fueron desvaneciendo rapidamente.

La enorme humanidad de Michael fue todavía más obvia cuando hizo una donación de un millón de dólares a un orfanato rumano llamado Orphanato Number One. El estado de los huerfanos rumanos, muchos de los cuales habían sido abandonados o tenían el HIV, había sido noticia recientemente. Michael había quedado profundamente afectado cuando vio las fotos del sufrimiento, así que decidió hacer una donación como forma de ayuda.

El día anterior a su visita, fuimos a ver el orfanato y en la escalera me encontré a Richard Young, un paparazzi bastante conocido. Un niño de 6 años se había pegado a él le llevaba las bolsas, mientras a nuestro alrededor, trabajadores blanqueaban las paredes preparando la visita de Michael. 'Ven, te enseñaré esto' dijo Richard.
'No esto seguro de si lo soportaré' le dije.

'No iremos a los peores sitios' me aseguró Richard y accedí. Era muy doloroso. En una habitación con treinta o cuarenta catres, lo primero que se notaba era el absoluto silencio. Incluso cuando hablabas directamente con los niños e intentabas entretenerles, simplemente te miraban con los ojos en blanco, no pude soportarlo mucho tiempo y tuve que irme.

Al día siguiente era la visita de Michael. El palacio estaba a media hora de viaje a las afueras de Bucarest, pero no teníamos problema para movernos: teníamos veinte o treinta motos de policía escoltándonos y al menos diez coches. Todos los cruces estaban cerrados para nosotros. Cuando llegamos a la ciudad había montones de gente gritando y Michael estaba atrás absolutamente excitado, pero cuando llegamos al orfanato había tanta gente que la policía comenzó a caerse de las motos. En seguida se hicieron un circulo y comenzaron a pegar a la gente con las porras.
'¿Porqué están haciendo eso?' preguntó Michael, que no podía creer lo que veía.
'Tienen que despejar la calle' respondí.

'Pero no hay necesidad de que lo hagan así', insistió. En ese momento estaba furioso y cabreado y si hubiese tenido forma de salir del coche y frenar la violencia, estoy absolutamente seguro de que lo habría hecho. Luego supimos que había unas 40.000 personas allí.

Una vez dentro del orfanato, Michael pasó un par de horas visitándolo y aunque quedó muy conmovido por el sufrimiento que vió, estaba feliz de haber podido hacer la donación. Después me dijo que no sabía lo enorme que había sido ese gesto para la gente en Rumanía, los cuales creo que todavía hoy deben hablar de ello.

Y además, por supuesto, estaban los conciertos. La capacidad era para unas 60.000 personas pero debía haber sido al menos el doble por la cantidad de gente que había allí presente. Michael hizo su habitual show brillante, pero a mi se me quedaron grabadas las imágenes del catering en el backstage. Toda la comida estaba guardada en cajas, y delante de ellas, había guardia armada.
En nuestro último día, ocurrió algo muy especial.

La gente de Michael organizó que varios cientos de soldados y policías se reunieran en un parque en la ciudad. Luego llegó Michael. Las tropas, algunas a caballo, comenzaron a desfilar con Michael a la cabeza: en un momento, Michael comenzó a correr y las tropas corrieron tras él, alucinando completamente. Y así, durante las dos horas siguientes, Michael caminó, habló, corrió y bailó alrededor de las tropas que desfilaban en una de las sesiones más divertidas que he podido ver en una gira. Para mi el mejor momento del día fue cuando pasó bailando cerca de donde estaba yo y me hizo un pequeño saludo.

Michael era extremadamente generoso con todos los que trabajabamos en la gira, y eramos más de 100. En Munich hay un gran parque de atracciones llamado Europa Park y Michael lo alquiló una tarde para todo el grupo. Él y sus amigos estuvieron también: era un parque temático del oeste, con un Saloon y ranchos, y se subieron en todas las atracciones con nosotros. Había personajes de Disneyland entre nosotros, hablando con nosotros y gastando bromas a Michael. Michael siempre se asegura de que todo el mundo esté lo mejor posible. Aunque no comió cuando estaba allí, nos sirvieron cena a todos. A veces se mezclaba con nosotros en otras zonas, mientras viera que no había problema de meterse en un tumulto.

Una vez en Alemania estuvimos alojados en un gran caserón en lugar de un hotel, lo que fue memorable porque tenía una pequeña bolera. Ya que eramos los únicos inquilinos, Michael sentía que podía bajar al bar y saludar a todo el mundo, aunque al contrario que el resto de nosotros, él no probó la deliciosa cerveza alemana.

Michael era más que tolerante que cualquier otra persona con nuestras debilidades humanas. En Escocia, él estaba alojado en una casa, mientras nosotros estabamos en un hotel a una milla de allí. El hotel resultó ser totalmente inadecuado, preguntamos si podíamos cambiar de hotel y Michael accedió. Durante la mudanza, pedimos a la casa donde estaba Michael, si nos podían conseguir comida y bebida, así como una baraja y otras cosas para entrenernos. La bebida cayó rápido, con el resultado de que recibimos una llamada sobre las 10 de la noche pidiendo que uno de nosotros fuese a comprar comida al Kentucky Fried Chicken y ninguno estábamos en condiciones para hacerlo. 'Mirad como estáis' dijo un ayudante. 'Sois sus conductores y ninguno de vosotros sois capaces de llevar un coche'. Michael se tomó todo esto con buen corazón y pidió un taxi para que fuera a comprarle su aperitivo nocturno.

CONTINUARA...

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