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martes, 28 de junio de 2011

Los ojos sorprendidos que descubrieron a Etta James

Etta James


En una entrevista concedida el 12 de mayo de 1978, Etta cuenta la siguiente anécdota que surgió cuando Michael tenía sólo nueve años.

En mayo de 1968, los Jackson Five habían sido invitados a una actuación para volver al Apollo, pero esta vez pagándoles. Ya empezaban a ser unos artistas profesionales. En el programa tenían previsto actuar junto a Etta James, Joseph Simon y The Five Stairsteps and Cubie . Curiosamente, Joseph Simon comenta:

Michael era un trabajador incansable. Algo en mí me decía que él era un enano. Oí decir que su padre era un hombre hábil para los negocios, y que sólo alguien como él podía hacer pasar a un enano por un niño. Recuerdo haberme acercado a Michael y haberlo estudiado muy de cerca, pensando: "Vamos, este chico, ¿es un enano o no?""Eh, ¡¡basta ya de mirarme fijo!!" -me dijo él.

Pues bien, Etta James, al igual que Joseph Simon y que otros tantos que compartieron escenario con el joven Michael, también quiso recordar alguna anécdota, como la vez en que se conocieron. Una historia que nos dice mucho, muchísimo, de las ganas de aprender innatas y de la personalidad de este chiquillo maravilloso. La recoge Randy Taraborrelli en "La magia y la locura":

Hace diez años, en mayo del 68, actuamos en el Apollo. Recuerdo que este chiquito tenía mucho talento, y era muy educado y se mostraba muy interesado. Yo estaba en medio de mi actuación, haciendo lo mío en el escenario, y mientras estoy cantando Tell Mama, veo a ese muchachito mirándome entre los bastidores.

 "¿Quién es ese chico? Me está distrayendo", me dije. Enotnces, en medio de dos canciones, aprovechando que el público estaba aplaudiendo, fui hasta donde estaba él y le susurré: "¡¡Vete, niño!! ¡Fuera de aquí! Me estás molestando. Ve a mirar desde donde está el público".

Le di un susto que casi se muere. Tenía unos grandes ojos marrones, los abrió enormes y salió corriendo. Unos diez minutos después, ahí estaba el chico otra vez. Pero ahora, delante del escenario, a un lado. Y miraba cada cosa que yo hacía. Después del espectáculo, cuando estaba en mi camerino quitándome el maquillaje, oigo que llaman a la puerta.

- ¿Quién es?

- Soy yo.

- ¿Quién es yo?

- Michael -dijo la joven vocecita.- Michael Jackson.

- No conozco a ningún Michael Jackson.

-Sí, si me conoce. Yo soy el chico al que le dijo que se fuera.

Etta, una mujer bastante robusta y con ese pelo inconfundible teñido de rubio, entreabrió la puerta, miró hacia abajo y se encontró a un chiquillo de nueve años que la miraba maravillado con unos enormes ojos marrones.

- ¿Qué quieres, niño?

Michael, en lugar de amedrentarse, y, nada tímido, le soltó:

- Señora James, mi padre me dijo que viniera aquí y le pidiera disculpas. Lo siento, señora, pero sólo estaba mirándola, porque usted es tan buena... Es realmente muy buena. ¿Cómo lo hace? Nunca vi a la gente aplaudir de ese modo.

Etta se sintió enormemente halagada. Sonrió y le dio una palmadita a Mike en la cabeza.

- Entra y siéntate conmigo. Puedo enseñarte algunos trucos.

No recuerdo exactamente qué le dije. Pero cuando se iba pensé: "Este es un chico que quiere aprender de los mejores, y así algún día va a ser el mejor".

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