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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Nate Giorgio: Michael Jackson Amante del arte, Mis ultimas visitas

Michael Jackson & Nate Giorgio

Una hermosa anécdota contada por el pintor Nate Giorgio, sacado del libro "The official Michael Jackson Opus"

Después de años trabajando con Michael en encargos privados que comenzaron en 1984, perdí contacto con él durante el juicio. Él se había marchado de Los Ángeles y estaba ocupado criando a sus hijos, no estaba metido en demasiados proyectos. Ocasionalmente, le llamaba y hablábamos un rato. Recuerdo una noche en que sonó mi teléfono y su voz dijo:

“Me gustan esos dibujos en el nuevo álbum de Quincy”

“¿Michael?” pregunté.

Acababa de terminar el arte para Q´s Jook Joint, el gran álbum de Quincy que presentaba mis dibujos de todos los artistas que actuaban en él. Hablamos un poco más de cómo estábamos, nuestro trabajo y nos despedimos. Eso fue todo, yo había firmando recientemente con una compañía japonesa y empecé a recorrer Japón exhibiendo mis pinturas, así que íbamos en diferentes direcciones.

Años más tarde, durante el verano de 2008, recibí un correo de un asistente de Michael pidiéndome si podía ir a Las Vegas para hablar sobre un nuevo proyecto. Pensaba que Michael estaba viviendo aún en Europa o en Oriente Medio, así que estaba muy contento de saber que había vuelto a Estados Unidos. Rápidamente reuní en una carpeta los nuevos trabajos en los que estaba trabajando y volé hacia Las Vegas inmediatamente.

Entré en la casa y el asistente de Michael me llevó hasta una gran sala de juegos para esperar a Michael. Había un proyector de video en la mesa, una gran pantalla dispuesta para ver cine y un puñado de videos y juegos desparramados sobre la mesa. “Si, este es Michael!” dije.



Después de esperar 10 o 15 minutos, escuché los pasos de Michael, y cuando me di la vuelta vi a Paris, Prince y a Banket llegando con su papi.


“Nate!” dijo Michael.


“Hombre, cuánto tiempo!” dije riendo.


“Lo sé”, contestó él.


Inmediatamente Michael me presentó a sus hijos. Me impresionó lo educados, sencillos y simpáticos que fueron los tres. Grandes chicos. Michael se acercó y me dio un gran abrazo como siempre. Vestía un fedora negro, chaqueta negra, con un fino pañuelo de seda al cuello. Tenía buen aspecto. Puedo decir que estaba en buena forma, entusiasmado.



Hojeando mi libro dijo: “Veo que te has vuelto más libre, algo así como el estilo de Picasso”.



Sabía cuánto le gustaba el detalle en el arte así que le expliqué que estaba haciendo más trabajo figurativo. Así es como marchaban todos nuestros encuentros, siempre hablábamos de dibujo y pintura. Le pregunté si no estaba dibujando nada. Me dijo que no tanto como le gustaría. Michael y yo nos sentamos el uno frente al otro y empezó a contarme lo que estaba haciendo.



“He vuelto al trabajo,” me dijo. Miró alrededor de la habitación moviendo los brazos: “Esto es solo temporal, estoy construyendo un nuevo hogar no demasiado lejos de aquí. Y quiero que hagas unos enormes cuadros de mí y de mis hijos para poner en todas las paredes.”



Dijo que había visto un mural que yo había hecho recientemente para Quincy Jones y que le encantó. Yo conocía a Michael y sabía cuánto trabajo iba a ser. Él me miró debiéndose haber dado cuenta de la expresión de mi cara porque dijo, “Tú puedes hacerlo… necesito que sean enormes, muy grandes, en lienzo”.



“Bien, ¿cómo de grandes?” pregunté.

Estaba señalando en la pared sobre unos 6 metros. “ Puedes venir aquí, traer tu material y pintar, quiero verte trabajar mientras vas pintando,” dijo, “quiero documentar todo el trabajo.” Me dijo que en ese nuevo lugar iba a tener todos su premios y memorabilia, sus recuerdos, para que pudieran verlos todo el que le visitara. Y quería cubrir todas las paredes con enormes cuadros al óleo.

Nos intercambiamos teléfonos de nuevo y le dije que volvería a Los Ángeles y empezaría a trabajar en nuevas ideas y bocetos para mostrarle. Él quería que pensara en lugares y temas que tuvieran un toque histórico y también algunos dibujos que le situaran a él y a sus hijos en diferentes lugares.

Poco tiempo después, Michael se mudó a una casa en Carolwood Drive, en Beverly Hills. Me encontré con él varias veces desde Enero hasta Junio. Hablábamos sobre diferentes conceptos para los nuevos cuadros. En cada nuevo encuentro tenía una pila de los mejores libros de arte sobre la mesa, para inspirarse. Michael siempre amó a los ilustradores más famosos. Una vez, llegué para una reunión y me dijo: “ ¿Conseguiste los nuevos DVDs sobre Norman Rockwell?” le dije que no y Michael dijo, “Te los traeré, tienes que verlos”. Y salió corriendo a buscar su ordenador portátil y volvió con los dvds de Rockwell y miramos el primero.

En estas reuniones se le veía feliz y quería que empezara inmediatamente con los cuadros. Había una gran caja con mis cuadros a nuestro lado y cogió el original de Billie Jean y mirándolo dijo, “Uno de mis favoritos”. Con un rotulador negro me escribió una amable dedicatoria en la esquina inferior derecha. Estuve también enseñando a Michael cómo coger un grueso pincel para dibujar con tinta e hice unos cuantos bocetos en un bloc durante esa reunión, sin darme cuenta de que serían los últimos que haría para él. Recuerdo lo entusiasmado que estaba cuando vio un dibujo al pastel de un ángel renacentista que dibujé en papel azul. Mientras lo sostenía le dije, “Es tuyo, quédatelo”. Estaba tan emocionado que llevó el dibujo a su habitación.

En nuestro último encuentro en la casa de Carolwood, hablamos de cómo podríamos hacer para tomar algunas fotos de Michael y de los niños para usarlas como referencia en los nuevos cuadros. El primer cuadro que quería era de él paseando por un profundo bosque con sus hijos a su lado bajo una brillante luz de luna cayendo sobre ellos. Yo hice unos rápidos bocetos y tomé algunas notas, guardé mis cosas y me fui.

Caminé por el hermoso vestíbulo para salir. En la pared, por encima de nuestras cabezas, colgaban algunos óleos de gran tamaño y dije, “Michael, serán así de grandes, quizás más grandes. Nos vemos pronto”.Y mientras me volví para mirar a Michael, él estaba parado al final del largo vestíbulo. Hubo una ligera pausa y mirándome, sonriendo, dijo dulcemente, “Dios te bendiga”.

Algunas de las obras de Nate Giorgio











El dibujo autografiado de Billie Jean: "Para Nate Giorgio, eres verdaderamente un regalo para este planeta, Con amor siempre, Michael Jackson"

Michael escribió esta nota a Nate Giorgio pidiéndole que pintara el cuadro de más abajo, "Cielo y Tierra", óleo, tinta y pastel.



Michael quería que captara la esencia de la creación o un nuevo renacer, por eso incorporó a los ángeles guardianes, los mensajeros. La nota dice: "Nate, haz este cuadro para mí. Pero pinta un bebé en la manta como si fuera yo, un niñito negro con un guante blanco que brille. Con Amor, Michael Jackson,  P.d: Pon tu corazón en ello."

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