Cómo Michael llegó a ser el Rey de Inglaterra
Fue el caballero de la brillante armadura galopando a través del patio quien lo hizo. Saltó de su montura, sacó una espada de una piedra e hincó la rodilla ante Michael Jackson. Luego le pasó a Excalibur a la excitada leyenda del pop y le nombró Rey de Inglaterra. Jackson, vestido con un uniforme rojo brillante y azul de dictador militar, sonrió.
Fue uno de esos momentos en los que te tienes que pellizcar para asegurarte de que no estás soñando, el encuentro más surrealista que he vivido en mi larga carrera como periodista del mundo del espectáculo. La invitación había sido simple: ¿me uniría a Michael Jackson en una cena en el histórico Guildhall de Londres antes de sus conciertos en el Wembley Stadium, parte de su Bad Tour de 1988?
Los invitados habituales de honor en los banquetes del Guildhall eran reyes y reinas, líderes mundiales y políticos. Fue el centro del gobierno británico durante más de 1000 años. Y, de hecho, Jackson fue tratado como la realeza. Fue el primer comensal en la historia que entró por la Entrada Real del salón, un privilegio único que requiere la aprobación personal de la Reina.
Su llegada fue anunciada por trompetistas con chaquetas rojas de la Life Guard Cavalry. A contiuación un banquete de 75000 libras lleno de pompa y fanfarria. El roast beef desfiló por la sala con los Corps of Drums of the Honourable Artillery Company, y bailarines con el atuento Olde English que echaban pétalos de rosa a los pies de Jackson.
Durante la cena, presenció con los ojos abiertos de par en par como primero Henry VIII, luego Elizabeth I, Lord Nelson, Nell Gwynn, Robin Hood, Maid Marion y Dick Whittington se acercaron para rendir sus respetos. En un escenario bailarines de ballet salían de una caja esperando su aprobación. Tragadores de fuego, juglares, bufones y músicos Isabelinos también se acercban a su mesa.
Luego Jackson quedó impresionado cuando Merlin el mago apareció en tras una bomba de humo y caballeros de armaduras relucientes reverenciaron a la estrella. Mientras los invitados probaban la mejor cocina que puede ofrecer Inglaterra, el reclusivo cantante sólo probó el maíz tostado, ensalada vegetal y zumo de naranja preparado por su chef personal que había volado con él.
Fue cuando terminaba la cena cuando todo se volvió más surrealista. Me uní a Jackson, su manager Frank Dileo y su pequeño amigo de 10 años, Jimmy Safechuck (...) en el patio del Guildhall.
Jackson recibió el saludo de la Band of the Corps of Royal Engineers, caminando fila arriba y fila abajo ante las tropas de la Life Guard como si fuera un general pasando revista. Movió ligeramente sus tacones mientras la banda militar marchaba y sonrió ampliamente cuando comenzaron a tocar una versión de Billie Jean. Fue entonces cuando se anunció la llegada de un caballero que llevaba Excalibur en sus manos. Jackson estaba distraído sin percatarse de la importancia histórica del momento.
Le entregó la espada a un guardaespaldas que llevaba un sombrero de copa. Fue el momento en el que me convertí en un de los pocos invitados que pudo cruzar una palabra con él. "¿Te das cuenta de que te acabas de convertir en Rey de Inglaterra?" le dije, "Se supone que es la espada que el Rey Arturo sacó de la piedra antes de reclutar a los caballeros de la Mesa Redonda". Su respuesta fue de gran delicia. “Guau,” dijo. “¿Un Rey? No lo sabía. Adoro vuestras tradiciones. ¡Tenéis tanta historia aquí en Inglaterra!”
Y con eso, le metieron en una limusina para llevarle de vuelta al Mayfair hotel, y a una reunión con Steven Spielberg y Harrison Ford para discutir sobre una nueva versión cinematográfica de Peter Pan.
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