Howard Bloom
Mira, yo soy ateo, pero Michael no lo era. Creía que se le dió un dón de Dios. Él creía que se le dió talentos, maravillas y asombros que raramente es concedido a nosotros los seres humanos muy frágiles. Debido a que Dios le había dado este regalo enorme, sentía que le debía la experiencia de la maravilla, asombro, temor, e infinidades de cosas a sus semejantes.
Pero a diferencia de otros seres humanos como por ejemplo a los generosos Bill y Melinda Gates, en el caso de Michael dar a los demás no es sólo una cosa de tiempo parcial. La necesidad de dar a los demás estaba vivo en cada aliento que tomaba diariamente.Toda la vida de Michael Jackson era de estar recibiendo y dando... y todo el propósito de recibir era lo que podía dar.
Trabajó con cada célula de su cuerpo para dar el regalo de aquel asombro. La necesidad de la adulación de las masas fue la conexión de Michael a los demás, su conexión más profunda, mucho más profunda que la familia y los amigos (aunque esos son indispensables), y la curación mucho más. Ese acto de dar mantiene una persona emblemática, una persona viva que nunca se le conocíó como algo normal.