“Fui su fotógrafo y un día me despidió injustamente, pero luego de meses me pidió disculpas a la 1 de la mañana.
Pasé más de diez años siendo el fotógrafo personal de Michael. Lo acompañé por el mundo, en hoteles, escenarios, sets de rodaje y habitaciones de hospital. Pero lo nuestro nunca fue una amistad. No nos contábamos secretos ni problemas. Hablábamos de luces, de lentes, de si una flor morada iba mejor con su camisa amarilla. Éramos dos artistas con una misión en común: crear algo inolvidable.
Cuando él me habló para invitarme a su gira, mi novia me llamó para terminarme. Me dijo: ‘La buena noticia es que Michael Jackson te quiere con él. La mala... es que esto entre nosotros se acaba.’ Colgué, respiré profundo y pensé: bueno, perder a alguien por estar con el artista más grande del planeta… no suena tan mal.”
Cuando me despidió injustamente por unas fotos que yo no había filtrado, ni siquiera me dejó explicarle. Me dolió. Pero meses después me llamó a la 1 de la mañana, con voz suave, para pedirme disculpas. Y me ofreció algo que nadie más me había dado jamás: el derecho completo sobre mis fotos. Me dijo: “Lo que hiciste conmigo, es tuyo.”
Michael no era fácil. Era perfeccionista, intenso, y muchas veces distante. Pero también era generoso cuando confiaba en ti. Me dejó ver su lado más humano: nervioso en un ferry, riendo con pequeños en Japón, o emocionado en hospitales. A veces no decía nada, pero su mirada te decía todo. No buscaba afecto, buscaba profesionalismo. Y eso fue lo que yo le di."
Sam Emerson rememora los momentos más hermosos de su vida, aquellos vividos junto a Michael Jackson, trabajando codo a codo en una relación forjada no por la amistad, sino por el profundo respeto mutuo y la creación de imágenes que se volvieron eternas.
No hay comentarios :
Publicar un comentario