En las arenas milenarias del alma, de donde emana el profundo aroma de cielo, donde el murmullo del mar de la inspiración se escucha claro, cuando se piensa alto, donde el canto de la ilusión se matiza en llanto, donde duelen los latidos del corazón porque se ama, donde el sol nace cada día, aunque parezca nublado, allí queremos guardar los secretos del sentir, del querer, del desear, del exigir y del soñar.
En el vasto mundo de las debilidades humanas, surgió Michael, el hombre sublime, tierno, afable y amoroso, como un prospecto de quebrantos, lágrimas, penas y sufrimientos que no tomaron en cuenta, porque lo limitaron, porque lo condenaron a mil exigencias, porque lo utilizaron, lo humillaron, lo manipularon, lo maltrataron, y lo sacrificaron sin ninguna piedad.
Quizá nunca lleguemos a conocer muchas cosas que quisiéramos abrazar con el alma, pero lo que sí es evidente es que cuando algo nos duele y nos hace llorar, tenemos que aprender a no poner todas las palabras en el corazón, pero sí poner todo el corazón en nuestras palabras.
Tenemos que hacer que resurja de entre nuestras frustraciones, un hermoso obsequio de sueños. y que cualquier día es bueno para empezar a vivir de nuevo desde cero radical, y darnos cuenta de que la luz que el amor de Michael Jackson sembró en nuestros días, nos ha mostrado la forma tan sutil para apartar nuestras horas grises, diversificadoras de la palabra, de la voz, del pensamiento escrito, y de los sueños impregnados de nuevos amaneceres.
Yo tambien Escribo unida entre lagrimas a una leyenda para el tiempo. Alcancemos nuestras manos y tomémonos de nuestro corazón, porque en la distancia que hemos disuelto en la unanimidad de nuestros sentires y nuestra comunión más perfecta nuestras manos y nuestros ojos que se hablan, también se abrazan y se comunican a la historia… ¡Mike que nos enseñó tanto!
Doral & LidiaZuly
