miércoles, 7 de diciembre de 2011

“MI REGRESO A ÁFRICA ES EL REGRESO AL PARAISO” Viaje a África de Michael en 1992 (2da. Parte)



2ª PARTE:

...¡Qué paradoja que este ciudadano del mundo me haya invitado al corazón de África para discutir sobre los maestros de la cultura europea!

Lo hizo en Libreville, la capital de Gabón, donde la historia misma era una lección. Esta ciudad fue fundada por esclavos liberados por los franceses de un barco con destino a Brasil, éstos últimos les ofrecieron un terreno donde pudieron construir una ciudad que se convirtió en la capital. Aunque la noche había caído, Michael quería aún debatir sobre lo que era visiblemente su tema preferido: El Renacimiento y el duelo Vinci-Miguel Ángel.

-¿Sabías que Miguel Ángel fue un niño prematuro? Me preguntó Michael.

- No, no lo sabía, lo ignoraba.

-La víspera de su nacimiento, su madre estaba todavía de viaje y la montura de la señora Buonarroti se cayó arrastrando con ella a su caballo… al día siguiente, a las ocho de la tarde, dio a luz prematuramente a un hijo de nombre Michelangelo. A final de mes el niño fue confiado a una nodriza de Florencia, hija y esposa de picapedreros… Toda su vida pensaría Miguel Ángel que su amor por la piedra y su don prodigioso para la escultura en el origen de su inmensa carrera han surgido por pasar su infancia al lado de tallistas de piedras.

Gracias a Michael he conocido, a propósito del duelo pictórico entre Miguel Ángel y Leonardo da Vinci –cuando cada artista había recibido la orden del gonfaloniero de Florencia, (magistrado civil en las ciudades medievales), de pintar en la sala del Gran Consejo: A la derecha el de Da Vinci, la batalla de Anghiari; a la izquierda el de Miguel Ángel, la batalla de Cascina-, que no fueron solo los dos grandes artistas quienes emprendieron un combate singular, sino que fue toda la ciudad quien entró en combate. Pronto la ciudad entera fue comprometida en una parte o en la otra –de un lado los angelistas y del otro los vincistas-, listos para el enfrentamiento, en una disputa que no era otra cosa que estética.

-Pero lo más divertido, precisaba Michael, fue la historia de los dibujos robados. Mientras que los dos pintores trabajaban cada uno en su lado, preparando sus cartones y tomando todas las precauciones del más grande de los secretos para no ser espiados por su rival, los dibujos de Miguel Ángel desaparecieron… sin que jamás se haya sabido quién los había sustraído.

Y Michael añadiría riendo a carcajadas:

-¡Quizás la causa del robo está simplemente en la preservación de la moralidad pública! Parece que los señores de Florencia veían con muy mal ojo la exposición exagerada de soldados desnudos revelando sus partes íntimas. Seducido por su conocimiento del artista que parecía cubrir todos los aspectos del personaje, interrogué a Michael sobre las relaciones de Miguel Ángel con el dinero.

-Sobre ese punto, era terrible. Él no dejaba de compadecerse de su soledad pero también de las penas y peligros por los cuales se sentía agobiado sin cesar, de todo lo que pretendía gastar para “ayudar a su casa”. ´´El aludía sin duda a la familia de hambrientos que vivían a sus expensas, llevando con firmeza operaciones comerciales e inmobiliarias. Como todo Toscano, Miguel Ángel estaba atormentado por el amor ancestral a la tierra y al dinero. Aun cuando no se convirtió nunca en un gran propietario terrateniente, quedó obsesionado por el deseo de lucro que le impulsó a aumentar la fortuna de los Buonarroti. Esta avidez desenfrenada se refleja en el consejo que él da a sus hermanos para negociar un bien: “Tened cuidado de no comprar a nadie por necesidad, para poder regatear.” ¡Es horrible! Se puede decir sin equivocarse que Miguel Ángel era duro en los negocios…

-¿Qué es lo que le ha sorprendido más de Miguel Ángel?

-De un lado, su increíble insensibilidad y consideración por los demás, esa feroz indiferencia que hace que no asista ni siquiera al entierro de su hermano, su única excusa puede ser que estuviera absorbido por su trabajo. De otro lado su prodigiosa energía, montaba a caballo todavía a la edad de 88 años, pareciendo un apuesto caballero de vuelta a su cuartel al ponerse el sol. En definitiva, que ha trabajado hasta el límite con el empeño de un joven en la obra titánica de San Pedro de Roma durante los diecisiete últimos años de su vida. Más interesante, el modo en que soluciona tras su propia muerte, de modo que resulte imposible, una modificación del conjunto arquitectónico que él ha creado. Él no quiere que ningún mediocre pueda atentar contra su obra, que ningún otro artista pueda cambiar a posteriori su visión de las cosas.

Él quiere que su trabajo quede fijado definitivamente en el mármol de la inmortalidad. Más sorprendente aún (y aquí, mirando atentamente a Michael, yo adivinaba que él estaba hablando de aquello que le concernía a él también), ese rechazo de la autoridad, de los poderes temporales, cuando lo que quieren es entrometerse en sus orientaciones artísticas. Ahí, él es capaz de una violencia extraña, de una brutalidad increíble, incluso con el enviado del Papa. Me acuerdo de una carta de las más insolentes donde decía claramente en San Pedro que el trabajo de aquél era encontrar el dinero y ocuparse de la red de transportes, en tanto que todo lo que concernía a la creación y los planos de la obra, le correspondían a él solo.

Le dije a Michael:

En definitiva, él era como usted: una voz sin maestro.
Nuestro juego proseguía, se extendía sobre todos los colores de la paleta de pintura. En mi turno de ponerle a prueba:

¿Sabe usted dónde está enterrado Miguel Ángel, su bien amado maestro?

Él esperó, pareciendo dudar, después respondió:

En Florencia, creo.

Sí, en la Basílica de La Santa Cruz.

...Se hacía tarde. Mientras se terminaba la cena, Michael me propondría quedarme para ver dibujos animados. Desgraciadamente, los videos que le han dado en la recepción estaban en francés y él educadamente, los ha rechazado. Entonces yo me despido. Dejando la suite de la octava planta, lo dejé abandonado a ese vicio impune, la lectura.

Todo era mágico en este encuentro: el lugar, los instantes, los temas de interés, los escenarios, los decorados. ¿A qué le debía yo el regalo de este viaje iniciático? En verdad, nada me predisponía a encontrarme con la megaestrella. Michael era para mí como una estrella fugaz de quien había escuchado el sonido sedoso en las nubes y las canciones trepidantes en la tierra, igual que todos los habitantes del planeta. Como todo el mundo, yo estaba subyugado por su talento como bailarín, cuando pasaban en bucle Beat it y Billie Jean por la MTV. Fue el primer Negro en conquistar el inmaculado canal musical americano.

Él simplemente vio en la pantalla del televisor a alguien que hablaba de aquello que le interesaba en alto grado: las fuentes de la cultura, la civilización europea y más particularmente el arte, los castillos, los cuadros, las iglesias, la esencia misma de ese país por el cual, sin saber por qué, sentía tanto amor: Francia. El mundo entero proclamaba que Michael era un rey. No se sabía cómo llamarle. Se le llamaba “El Rey del Pop”, “El Emperador del Videoclip”. Pero si los medios pueden crear estrellas, nada como el pueblo para crear reyes.  Michael sería coronado también rey por África: En primer lugar entronizado en Costa de Marfil y seguidamente, durante su etapa en Abisinia, coronado rey en el territorio Sanwi.

Michael Jackson en Gabón, es Peter Pan en África. Todo su periplo tendrá lugar bajo el signo de la comunicación y del encuentro, bien en el esmeralda de la selva o en el oro de la sabana. El ídolo es de una extrema sensibilidad. Su hermana La Toya lo declara: ”La vista de un niño africano mal alimentado en la televisión le sumerge en una crisis de lágrimas”. Y Michael no lo desmiente, sino todo lo contrario: “Si yo no hubiera decidido mirar al mundo con los ojos de un niño, estaría probablemente muerto desde hace tiempo… porque me sentiría demasiado mal”.

...Seis meses antes, el día de su aniversario, había dejado caer su mensaje: “Quiero vivir para ver un mundo sin guerras, sin hambre, sin sufrimientos. Y quiero ayudar a construir ese mundo. Cuanto más tiempo viva, más podré hacer el bien”. Cuando comienza esta gira sin conciertos en Gabón dentro de un retorno a sus raíces lleno de músicas mágicas, él tenía 33 años, la edad de Cristo.

...“La más bella de las vidas privadas está en el interior de uno mismo”. Así ha hablado bajo su sombrero negro, con sus gafas ahumadas, su camisa escarlata, sus pantalones oscuros, el que recorre el planeta con la tribu catódica y África en busca de sí mismo. ...En Franceville, delante del grupo Imperio de Djogo, se siente embargado con sobresaltos mientras está sentado en la tribuna oficial.
Entonces es cuando Michael se pone a hablarme de Degas, el pintor. La escena de danza a la cual acababa de asistir en Franceville, probablemente le había inspirado.

-¿Por qué me hablas del pintor Degas?

-Porque en sus telas él es el único que trata el universo de la danza con una verdad que no encuentro más que en su pintura. Incluso siendo sus temas elegantes, sus célebres bailarinas o sus jockeys antes de la carrera, no cede jamás a la cursilería. Su mirada es moderna, despoja la vida de artificios. Es lo que me gusta de las bailarinas de Degas, que las pinta durante el esfuerzo, sin adornarlas, con su sudor y su fealdad. Porque yo se que el baile mezcla fatiga y fervor. Comprendo cómo trabaja Degas, sobre todo cuando veo a sus bailarinas en la barra.

- Tú, cuando bailas, ¿sufres?

- Un espectáculo es como una maratón de dos horas: cada vez pierdo cinco kilos.

- Y la atmósfera alrededor, cuando el concierto termina, ¿cómo es?

-Hay chicas en el pasillo, en la escalera, escucho a la gente de seguridad que las hace salir del ascensor pero yo me quedo en calma en mi habitación y escribo una canción, y cuando tengo necesidad de hacer esto, hablo conmigo mismo, después exploto en el escenario: en eso consiste mi vida.

Al día siguiente nos adentramos en la profundidad de la región de esta provincia, Woleu-Ntem, que es forestal en una región fangosa. Estoy conmovido por la elección de Michael: ha querido visitar una misión cristiana, la parroquia Saite-Therese d’Ango, fundada por los padres blancos en los años 1920. En esta iglesia, en ese colegio, en ese pequeño seminario de Sait-Kisito, todos los niños llevan flores y banderolas: “Bienvenido a Casa Michael”.

Una vez que los gritos de entusiasmo de los pequeños son apaciguados, él les ha dicho: “He tenido la alegría de aceptar a Jesucristo en mi corazón como mi salvador personal y él me ha perdonado, ha aliviado mis sufrimientos, y ha cambiado mi vida. Pero mi mayor alegría fue cuando él me bautizó con el Espíritu Santo. Cuando he experimentado la luz de Dios en mi corazón y Le he alabado en otros idiomas, he sentido tal alegría que no existe gozo mayor ni igual. Y quiero decir simplemente al Señor que Le amo con todo mi corazón”.

CONTINUARÁ...

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