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sábado, 9 de mayo de 2015

Michael Jackson: "¿sabes que me encanta?...los maniquíes"

Extracto de la entrevista a Michael Jackson por Gerri Hirshey de 1982, de la revista rolling stone edición especial #9 donde MJ habla acerca de los maniquíes...

"¿sabes que me encanta?" pregunta Michael. "Los maniquíes. Cuando su casa termine de ser remodelada, dice, tendrá un lugar sin muebles, con sólo un escritorio y un montón de maniquíes de tienda.

"supongo que quiero darles vida. Me gusta imaginar que hablo con ellos. ¿sabes por qué creo que pasa eso? sí, lo diré. Creo que trato de rodearme de los amigos que nunca tuve. He tenido como dos amigos. Y es algo reciente. Al ser una figura del entretenimiento, no puedes contar con que todos sean tus amigos. Te ven de una manera diferente: como una estrella, no una persona común" 

Hace una pausa mirando hacia las estatuas en la sala. "Es eso, Me rodeo de personas que quiero que sean mis amigos. Y puedo hacer eso con los maniquíes. Les hablaría".

Todo esto no quiere decir que Michael no tenga amigos. Por el contrario, la gente se pelea por ser su amiga. Ese es el problema: Tanta gente se le acerca, que es necesario seleccionar y separar. Michael nunca tuvo un amigo de escuela. O alguien con quien jugar. O una novia estable. Los dos amigos misteriosos que ha mensionado son las primeras personas de a pie con quienes convive. Y el resto....

"Conozco a gente en el ambiente del espectáculo". Antes que a nadie está Diana Ross con quien comparte sus "más profundos y oscuros secretos" y problemas. Pero incluso cuando están solos , su mundo resulta limitado. Y tambien está Quincy Jones, "A quien considero maravilloso. Pero (quisiera) salir del ambiente del espectáculo, ser como cualquier persona".

Olvidar. Dejar de interpretar un papel. "Liza y yo. Ahora mismo, la considero una excelente amiga, pero es una amiga del espectáculo. Si nos sentamos a hablar sobre esta película (the wiz) me dirá todo sobre Judy Garland. Y después: "Enséñame lo que hiciste en el ensayo". Recrea un paso de baile. "Y entonces le pido lo mismo. Estamos fascinados con la interpretación del otro".

Michael no considera que esto sea extraño o inaceptable. Es cuando una celebridad se mete en el papel de ensayar cada movimiento que busca refugio en otro sitio. Algunas estrellas se hacen a la idea de hacer que suceda. Diana Ross entró valientemente en una zapatería de manhattan con sus 3 hijas para comprar unos tenis, pese a la concurrencia de 200 personas que se congregaron en la acera. Michael quien ha sido de que tiene uso de razón, encontraría eso como intolerable.

Solamente va a un restaurante de los Ángeles, un lugar de comida saludable cuyos dueños lo conocen. En lo que a ir de compras se refiere, Michael evita la tarea y manda a un secretario o asistente para recoger prendas para él. "No tienes paz si vas a una tienda. Si no saben tu nombre, reconocen tu voz. Y no te puedes esconder".

No es que piense que ese amor es algo malo, pero algunas veces lastima. "Ser acosado duele. Te sientes como un fideo entre miles de manos. Te desgarran y jalan tu cabello. Sientes como si en cualquier momento fueras a romperte".

Por eso mismo, Michael debe viajar con la secrecía propia de un codiciado miembro de la realeza. Cualquier viaje turístico debe ser realizado de incógnito, tras gafas oscuras, vidrios de limusina polarizados y la protección de un guardaespaldas. Incluso en su habitación de hotel escucha gritos femeninos escurriéndose por las paredes como si de ratones se tratase.

"Hay chicas en el lobby, se trepan por los barandales. Escuchas a los guardias sacándolas de los elevadores. Pero te quedas en tu cuarto y compones una canción, Y entonces te cansas de hacer eso, hablas contigo mismo. Desahogas todo sobre el escenario. Así es como ocurre".

Innegablemente, no es algo natural. ¿Pero qué pasa con lo de los maniquíes? ¿No sería que igualmente escalofriante despertar entre varios cuerpos de plástico con sonrisas congeladas? "Les pondré nombres. Como las estatuas que se ven desde aquí". Hace un movimiento para señalar a la inmóvil concurrencia de la sala.

"Todos tienen nombres. Siento como si los conociera. A veces bajo y platico con ellos".

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