Anecdota 4: LA EXPERIENCIA EN EL “OMNI” O “¡EY, YA ESTÁ LLEGANDO!”por Sonja Winterholler, Alemania
Segunda parte de la anecdota:
Bien, sabíamos que Michael había entrado en ese hotel – era el “Omni Los Angeles”, un hotel de lujo con cinco estrellas. Bueno, eso no importaba en absoluto, estaba segura de que ¡allí iba a encontrar un baño! Así que entramos dentro, llevando todavía chanclas y las camisetas sudadas gracias a nuestro viaje “sin aire acondicionado”. Oh, por fin pude ir al baño ¡que alivio! Después de eso y tras tratar de sacar lo mejor de nosotras frente al espejo, salimos de nuevo para aparcar el coche de una forma más legal. Ahora, nuestro plan era “revisar” el hotel, lo que suponía echar un vistazo alrededor y encontrar las diferentes entradas y tal vez también las ventanas de la habitación de Michael – en el caso de que la hubiera reservado. Así que nos dividimos en dos grupos.
Claudia, Patrick y Jochen volverían dentro para tratar de encontrar la planta donde se localizaba su suite o lo que fuera… Marina, Gitti, Stephanie y yo caminaríamos alrededor del edificio para echar un vistazo. Pero Claudia y los dos chicos no se atrevían a caminar por el interior de ese elegante edificio, así que cambiamos los destinos de los grupos. Desde luego, no parecíamos ir muy a la moda pero no sé por qué, en ese momento simplemente entramos fingiendo estar interesadas en una habitación o algo. Marina estaba hablando con un empleado sobre los precios y la disponibilidad de las habitaciones cuando de pronto pasó una mujer que nos resultaba muy familiar. “¡Mira, es La Toya! Vamos a ver a donde va” nos susurró Stephanie a Gitti y a mí.
Marina, de una forma amable a la par que brusca terminó la conversación, habiendo conseguido la interesante información de que el restaurante y el piano bar se encontraban en la tercera planta. La Toya se dirigió al ascensor y pulsó el botón de la “tercera planta”. ¡Ajá! Subimos en el siguiente ascensor e hicimos lo mismo. Después de llegar al tercer piso, apenas conseguimos ver a La Toya girando una esquina así que seguimos la misma dirección. Un segundo más tarde, nos encontrábamos de pie en medio del piano bar, tratando de comportarnos de una forma discreta. La mejor idea parecía ser la de sentarnos en la primera mesa libre que viéramos de modo que terminamos sentadas en frente del piano.
Aunque nos sentíamos como Sherlock Holmes, no sabíamos donde había ido La Toya exactamente. El restaurante estaba directamente adjunto a la barra, pero no podíamos verla allí. Oh, entonces descubrimos otra posibilidad, quizá más probable de donde podía haber ido. Había una sala extra al lado del piano bar, no muy lejos de nuestra mesa y cuya entrada estaba cubierta por una cortina. Nuestros susurros fueron interrumpidos por un camarero que quería tomarnos nota. Gitti inmediatamente pidió una Piña Colada, pensando que en ese tipo de bar debería probar una “auténtica” bebida. Marina, Stephanie y yo solo pedimos Coca-Cola.
Nos trajeron nuestras bebidas muy rápido y todavía no teníamos ni idea de qué hacer pero ahí estábamos, esperando a que, ehm, tal vez La Toya saliera de nuevo o algo. Lo más importante era estar tranquilas y relajadas, no importaba lo que sucediera. No queríamos llamar la atención así que realmente intentamos parecer “cool” y fingir que éramos como todo esa gente rica que nos rodeaba. El pianista comenzó a tocar envolviéndonos en un ambiente muy acogedor.
Trascurridos un par de minutos, apareció alguien conocido. “¡Ey, ya está llegando!” declaró Gitti muy relajada. “¿Quién?”, pregunto Marina, que era la única desde cuya posición no podía ver a las personas que entraban en el bar. Gitti, Stephanie y yo sin inmutarnos respondimos: “Michael”. Marina, por supuesto, no nos creyó y dijo: “¿Dónde?”, a lo que nosotras respondimos: “Detrás de ti”. Marina se volvió hacia su derecha, el lado equivocado. Al no verlo preguntó de nuevo: “¡¿Dónde?!” Mientras tanto, Michael había caminado hasta acercarse a nuestra mesa, por lo que le dijimos: “Al lado de ti”. Todavía estábamos muy tranquilas y serenas cuando Marina se giró hacia la izquierda y lo vio - ¡Michael! Sí, ¡Realmente era él! El pequeño problemilla que Marina tenía en ese momento era que Michael no es que estuviera cerca de ella, si no que lo tenía directamente a una distancia de 30 cm máximo de su cara.
Todo lo que Marina veía eran sus pantalones negros y cuando por fin se atrevió a subir la mirada un poco logró ver también su camisa roja. Marina, se sofocó de inmediato, especialmente por la cercanía de sus pantalones, así que ella simplemente se giró hacia el otro lado casi lanzándose al sofá para ocultar su rostro. Michael nos miró y por un momento dejó de caminar. Parecía no estar seguro de si ya nos había visto antes y ahora estaba esperando nuestra reacción. Stephanie incluso le oyó susurrar un discreto “¡Hola!”, pero como habíamos practicado antes, nos mantuvimos muy tranquilas y dijimos… nada. Stephanie estaba mirando a otro lado al igual que Marina, Gitti estaba sorbiendo su Piña Colada y yo estaba sonriéndole a él y asintiendo con la cabeza de una forma muy estúpida. Ay no, ¿Cómo podíamos reaccionar de una forma tan tonta? Y, ¡Menudo panorama para Michael! Un poco irritado, se dirigió a saludar al pianista. Se estrecharon la mano e intercambiaron algunas palabras.
De repente, Marina estalló: “¡Será mejor que vayamos para allá! ¡Vamos!” Las cuatro logramos ponernos en pie, no sin antes tropezar con nuestras bolsas y mochilas, y encaminarnos hacia Michael. Algunos guardaespaldas, que todavía no nos habían reconocido, se alinearon frente a Michael pero lo oímos decir: “Está bien”, así que dejaron de interponerse en nuestro camino. Finalmente nos plantamos frente a Michael y le dijimos: “Hola Michael”, con una pronunciación terriblemente Bávara (excepto Stephanie, que no es de Baviera). Michael repitió: “¡Hola!” y estrechó nuestras manos una por una. Y entonces estrechó la mano de Marina otra vez – y otra – y otra… Mientras ellos estrechaban sus manos, una de nosotras dijo algo así como “¡Muchas gracias por el helado y los refrescos en Neverland!” a lo que respondió “¡Oh, estabais en Neverland!” al parecer, estaba encantado.
Todas tartamudeamos “Sí, sí…” mientras le sonreíamos. Mientras tanto una fotógrafa se las había apañado para entrar en el bar y comenzó a empujar y tirar de Gitti y Stephanie con el fin de conseguir una buena toma de Michael. Pero ella no contaba con Gitti y Stephanie, quiénes estaban empujándola con mucho ímpetu. En medio de esta pequeña lucha, Gitti dijo a Michael “¡Munich te ama!” que por cierto, era su frase estándar para conectar con Michael. Él reaccionó a eso y empezó a hablar mucho, empezando con las palabras “¡Oh, Munich…!” Ninguna de nosotras entendió las palabras que vinieron a continuación.
No fue culpa nuestra, el pianista había comenzado a tocar de nuevo un poco fuerte. Después de que Michael terminara de hablar, pregunté educadamente “¿Perdón?” y él volvió a repetirlo todo de nuevo. Marina y yo tratábamos de entenderlo con todas nuestras fuerzas, incluso estábamos intentando leer sus labios, algo que no funcionó. ¡El piano sonaba demasiado fuerte! Gitti solo entendió las últimas palabras “… y todas esas cosas son vuestras” lo que seguramente era un comentario referido a nuestro regalo de cumpleaños de Munich. Como ninguna de nosotras se atrevía a preguntarle de nuevo y todas esperábamos entender mucho más, respondimos con un sondeo bastante inseguro “¡¿Sí?!”.
Michael inmediatamente se dio cuenta de que no teníamos ni idea de lo que había dicho por lo que suspiró y empezó a hablar muy despacio y con claridad: “Esta bien, ¡quiero volver a verlos!” al decir estas palabras, extendió la mano y nos apuntó con su dedo a cada una de nosotras. Mientras Michael estaba empezando a hablar, habíamos movido nuestras cabezas hacia delante tratando de entenderlo, pero cuando su mano se acercó a nosotras, echamos nuestro pecho hacia atrás.
Por la posición en que nos habíamos quedado ¡Debíamos tener un aspecto muy gracioso! Estábamos muy contentas de haber logrado entenderlo y contestamos “Sí, ¡a nosotras también nos encantaría verte de nuevo!” Y entonces, Marina se giró para colocarse a su lado y señalando hacia nuestra mesa le dijo: “¡Mira, estamos sentadas allí mismo!” Sí, Michael ya conocía nuestra mesa porque acababa de pasar por ahí, pero no obstante, la escena ¡era tan mona! Michael cortésmente miró hacia nuestra mesa y respondió algo así como “ajá” y luego se despidió de nosotras.
Tal vez también hizo algún gesto para despedirse, pero no estoy segura de eso. Solo recuerdo que caminamos lentamente hacia nuestra mesa y nos sentamos mientras que Michael y sus guardaespaldas se dirigían hacia la habitación contigua. ¡Dios Santo!, ¿Qué acababa de suceder? ¡No podía creer que se nos hubiera olvidado por completo desearle un feliz cumpleaños (con retaso)! ¡Oh, no! Eso había sido realmente embarazoso, pero por otro lado, Michael se había dado cuenta desde el comienzo de nuestro “encuentro” que estábamos bastante desconcertadas y – especialmente lentas. Así que él quizá podría habernos excusado… esa era nuestra esperanza.
Después de un rato, caímos en la cuenta de que Patrick, Jochen y Claudia ¡Seguían investigando los alrededores del hotel! Stephanie envió un mensaje a Claudia y unos minutos más tarde los tres se unieron a nosotras. Al principio estaban disgustados porque acabábamos de estar con Michael y no los habíamos avisado antes, pero después de explicarles la rapidez con la que había sucedido todo, se calmaron de nuevo. Y ¡Michael todavía estaba en la habitación! Tenía que volver a salir de nuevo en algún momento.
Mientras estábamos allí sentados, el pianista nos preguntó si deseábamos escuchar alguna canción. Vaya, ¡Nos permitía escoger una canción! Por supuesto, elegimos una para Michael así que pedimos “I will always love you”. Mas tarde, cuando nos volvió a preguntar elegimos “That’s what friends are for”. Era bastante extraño estar sentados en ese elegante piano bar mientras uno tras otro, los miembros de la familia Jackson pasaban por delante de nosotros para ir al baño y volvían de nuevo.
Estaban los padres de Michael, Jermaine, Randy, La Toya y Janet. ¡Wow! Jermaine y Randy incluso se detuvieron en nuestra mesa para preguntarnos si estada todo bien… Michael debía haberles contado sobre el peculiar grupo de fans que había sentado en la otra sala. Y Patrick, quién también era un gran fan de Janet, tuvo la oportunidad de verla y ¡hablar con ella! Algún tiempo después, una vez más, el pianista comenzó a tocar “Happy Birthday” y todos los clientes en el bar y también algunos en el interior del restaurante comenzaron a cantar. Cuando llegó la parte donde dice “Happy Birthday dear hmm hmm”, nadie excepto nosotros conocía el nombre correcto. Así que estuvimos a punto de gritar “dear Michael” y en respuesta pudimos oír una risa muy fuerte que procedía de la habitación de al lado.
¡Sonaba como si fuera Michael! Cuando la canción llegó a su fin, el pianista anunció: “Esta noche, tenemos unos invitados muy especiales…”, nos preguntábamos si él realmente iba a anunciar la presencia de Michael y su familia, pero continuó “… desde Munich, Alemania”. ¿Qué? ¿Era realmente raro anunciarnos a NOSOTROS como invitados especiales mientras Michael y Janet Jackson junto a más miembros de la familia estaban sentados en la habitación de al lado? No sabíamos que pensar cuando el pianista comenzó a tocar el himno de Alemania.
La situación no podía ser más irreal. Estábamos un poco avergonzados y sólo soltamos unas risitas mientras nos poníamos colorados. “Esto no puede ser verdad”, pensaba todo el tiempo, pero lo era. Más tarde, llevaron un gran pastel a la sala de al lado y de vez en cuando podíamos escuchar la risa de Michael. ¡Era genial ver como se estaba divirtiendo A la vez, todos a excepción de Michael salieron de la habitación y se encaminaron hacia los ascensores. Nosotros los saludamos por última vez, pero seguíamos esperando a que Michael saliera. Esperamos y esperamos, pero no pasó nada.
Pagamos nuestra cuenta y también fuimos hacia las escaleras, pues la habitación parecía estar completamente vacía. En el vestíbulo del hotel vimos a dos de los guardaespaldas de Michael e inocentemente nos pusimos a su lado. Stephanie no pudo evitar escuchar la conversación telefónica, en la cual Kerry hablaba bastante enfadado con alguien que estaba trabajando en el garaje. “¡Tiene que estar ahí, es una GRAN limusina blanca!” Oops, ¡no encontraban la limusina de Michael! ¿Cómo podía suceder algo así? No sabíamos exactamente que hacer ahora, pero después de estar merodeando y ser vistos por los guardaespaldas de Michael y el personal del hotel, decidimos salir a la calle y esperar allí.
No pasó nada. Toda la familia a excepción de Michael (y sus hijos) ya habían dejado el hotel, por lo que llegamos a la conclusión de que él tal vez se quedara esa noche. Deliberamos acerca de quedarnos allí o conducir hasta Buellton, cerca de Neverland, donde estaba nuestro motel y donde habíamos dejado nuestro equipaje. Finalmente y una vez más, nos dividimos en dos grupos. Marina y Claudia regresaron al motel y el resto de nosotros nos quedamos allí, en frente del hotel. Ya era muy tarde y Marina tenía que conducir durante dos horas y media, pero se las arregló para hacerlo sin haber dormido.
Patrick, Jochen, Gitty, Stephanie y yo pasamos la noche entera sentados en el segundo coche, viendo el todoterreno negro de Michael que estaba estacionado frente al hotel. Teníamos que estar atentos por si se movía. ¡Qué noche! Creo que ninguno de nosotros pudo dormir nada hasta la mañana siguiente. Y aún así, no pasó nada. Gitti y yo nos las apañamos de alguna manera para desayunar, teníamos las ensaladas que habíamos dejado el día anterior. Esperamos durante tres horas más, era alrededor de mediodía cuando de pronto, el conductor se metió en el todoterreno. Cruzamos la calle para ver donde iba y lo encontramos aparcando cerca de una salida lateral del hotel. A continuación, la limusina blanca, que, evidentemente ya habían encontrado, fue conducida directamente frente a la puerta de salida, así Michael solo tenía que recorrer un breve camino para entrar en el coche.
Desafortunadamente, los fotógrafos de la prensa estaban presentes de nuevo y trataban de hacerse con la mejor posición alrededor de la limusina. Entonces, uno de los guardias de Michael, no recuerdo si era Kerry, les dijo que se echaran para atrás. Y permitió que nosotros, los fans, nos situáramos en la parte delantera mientras que la prensa tuvo que moverse hacia la parte posterior. ¡Genial! ¡Eso había sido increíble!
Gitti y yo teníamos algunas cosillas para Michael, concretamente una tarjeta de agradecimiento por el encuentro en el hotel dónde también le contábamos que habíamos pedido esas dos canciones para él, y un CD con la canción “Calling Michael”.
Calling Michael
“Calling Michael” es una canción que los fans escribieron y grabaron para Michael, con la intención de mostrarle su apoyo en esos momentos, pues Michael seguro que lo necesitaba. Es una canción preciosa y habíamos prometido al productor hacer todo lo que estuviera en nuestra mano para entregársela a Michael.
Y entonces, Michael salió del hotel saludando y sonriendo y se metió en su limusina, de nuevo seguido por sus hijos. Una vez dentro, abrió una ventana un poco para estrechar las manos de los fans. Esa era nuestra oportunidad para darle la tarjeta y el CD. Y sí, lo logramos. Cogió las cosas y nos dio las gracias de inmediato. También pudimos ver a Paris y a Prince sentados al lado de su papá mirándonos con sus enormes y preciosos ojos. ¡Eran tan monos! Y Michael realmente necesitaba una crema hidratante porque tenía las manos muy secas.
Seguramente él tendría una buena en casa, ya que no había previsto su estancia en ese hotel en absoluto. Él todavía (o de nuevo) llevaba las mismas prendas que el día anterior. Já, ¡ahora no éramos los únicos que teníamos que llevar nuestra ropa sudada! Cuando la limusina comenzó a moverse, le gritamos “¡Te queremos!” (Gitti, por supuesto, dijo “¡Munich te ama!”) y rápidamente corrimos hacia nuestro coche. Patrick, Jochen y Stephanie también habían logrado tocar la mano de Michael así que ahora todos estábamos muy contentos. Patrick era quién conducía y de nuevo estábamos siguiendo a la limusina y al todoterreno negro. No estábamos seguros, pero teníamos la esperanza de que volvieran a Neverland.
Mientras tanto, Marina y Claudia, que tenían la misma esperanza, habían comprado algunos girasoles y algunas otras cosas para decorar la puerta de Neverland. Ya habíamos colocado corazones rojos en ella, pero Marina y Claudia querían poner algo más de decoración. Michael disfrutaría viéndola al volver a casa – ojalá.
Una vez ya estábamos en la 101, Stephanie envío a Claudia un mensaje contándole que Michael y nosotros estábamos de camino y que creíamos que nos estaba llevando de regreso a Neverlad. “¿Michael y nosotros?”. No estaban seguros de cómo entender eso ¿Estábamos sentados dentro de la limusina junto a Michael? Eso hubiera sido tremendo, pero más tarde, pudieron comprobar que estábamos sentados en nuestro propio coche.
Después de seguir a Michael durante un rato, finalmente nos libramos de dos coches de la prensa. Estaban conduciendo de forma temeraria solo para acercarse a la limusina de Michael, ¡una locura! Alrededor de una hora y media después, pensamos en pasar a Michael para estar en la puerta de Neverland cuando el la atravesara. Pero teníamos un problema - ¡este coche era una porquería! Marina llevaba el Pontiac y nosotros un viejo Chevrolet… Ahora entendíamos bien por qué a Claudia y a los demás les costó tanto tiempo coger a Michael de nuevo el día anterior. Ese coche no corría nada.
Así que, avanzamos lentamente hacia el carril izquierdo y nos dispusimos a pasar la limusina. Gitti había preparado un cartel que decía, por supuesto, “Munich te ama” y lo sostuvo contra la ventana. Finalmente alcanzamos la limusina, pero el proceso de adelantamiento parecía no tener fin… Saludamos y sonreímos en dirección a las ventanas oscuras mientras pasábamos más y más y más vergüenza. Patrick había presionado el acelerador a fondo y unos largos segundos o incluso minutos más tarde, estábamos delante de la limusina. ¡Vaya, ya venía la salida! Giramos hacia derecha sin quitar nuestros ojos de la limusina hasta que nos cercioramos de que también cogió la salida.
En este punto, tratamos de acelerar tanto como nos fue posible. Cuando llegamos a Neverland, se nos dibujó una gran sonrisa en el rostro, habíamos logrado manejarnos bien en el viaje y estábamos de vuelta a salvo. Marina y Claudia nos dieron la bienvenida y cada uno de nosotros cogimos rápidamente una de las preciosas flores así como nuestra pancarta “Munich está aquí por ti”, pudimos ver como Michael ya había abierto su ventana. Al pasar, estaba totalmente preparado en la ventana ¡mostrando una de sus sonrisas más deslumbrantes! Parecía muy feliz y estaba muy guapo en ese momento ¡era simplemente fantástico! Vaya, realmente le habíamos echo sonreír.
Un segundo después gritamos “¡Cuidado Michael! ¡Tu cabeza!” porque la limusina había llegada la puerta que no era tan amplia y Michael podría haberse golpeado contra el lateral de la puerta de no haber estado atento. En el último momento se metió en el coche sin dejar de reír. Quizá estaba siendo consciente de que la puerta se aproximaba, pero no lo sabemos a ciencia cierta…
Con ese pequeño sobresalto nuestro viaje a L.A había terminado de nuevo, lo que no había terminado aún era nuestro “Viaje de Michael”. En realidad no lo vimos más hasta que volamos de vuelta a casa, pero tuvimos el gran honor de ¡visitar Neverland dos veces! ¡Fue increíble! Pudimos conducir sus trenes (había uno pequeño y uno grande en Neverland), montar en todas las atracciones del parque y ver algunas de las actuaciones de Michael en directo en su cine. Me encantó especialmente el “Sea Draggon”, un gran barco que se balanceaba, y el “Spider” un carrusel que giraba de forma desordenada, aunque yo y Marina ¡casi nos mareamos! Y hay una cosa de la que estamos completamente seguras: El hizo que su frase “Quiero verlos de nuevo” fuera verdad mientras nos veía en Neverland…
Neverland era tan hermoso, estoy increíblemente triste de que ya no exista. La pérdida de Neverland fue de alguna manera lo que marcó el principio del fin…Michael, quiero darte las gracias por todas las maravillosas experiencias y sobre todo por los amigos a los que tanto aprecio y que pude conocer ¡a través de ti! Vives eternamente en nuestros corazones. ¡Te quiero, Michael!
CONTINUARÁ...
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