Al Sharpton ha publicado un nuevo libro y cuenta cómo Michael apareció en el funeral de James Brown.
Cuando sólo era un adolescente, Alfred Sharpton fue invitado a ir de gira con el Padrino del Soul, James Brown. El jóven reverendo se cambió el peinado al estilo de Brown, y por consejo suyo, se acortó el nombre a Al. Brown acabó siendo su padre adoptivo. En su nuevo libro "The Rejected Stone,” Sharpton describe la pérdida de su padre y cómo tuvo un invitado sorpresa en el funeral.
A las tres de la mañana, mientras dormía en un hotel de Augusta sonó mi teléfono, otra reunión a deshoras que me sacaba del sueño. Esta vez era el encargado de la funeraria, Charlie Reid.
“¿Reverendo Sharpton?” me dijo con su acento sureño.
“Si, Sr. Reid. Por favor no me diga ahora que algo va mal. Ya hemos pasado por lo peor,” le dije.
“No, nada malo, Reverendo Sharpton,” le dije. “Quería que me diera una autorización. Acabo de recibir una llamada de Michael Jackson.”
A las tres de la mañana, mientras dormía en un hotel de Augusta sonó mi teléfono, otra reunión a deshoras que me sacaba del sueño. Esta vez era el encargado de la funeraria, Charlie Reid.
“¿Reverendo Sharpton?” me dijo con su acento sureño.
“Si, Sr. Reid. Por favor no me diga ahora que algo va mal. Ya hemos pasado por lo peor,” le dije.
“No, nada malo, Reverendo Sharpton,” le dije. “Quería que me diera una autorización. Acabo de recibir una llamada de Michael Jackson.”
Todavía puedo escuchar lo maravillado de su voz.
“Está en la ciudad y quiere venir a la funeraria y ver el cuerpo” me dijo.
“¿Michael Jackson? Pero Michael está en Bahrain.”
“No, está aquí. Quiere venir a ver al Sr. Brown,” dijo el Sr. Reid. “No quiero despertar a las chicas ahora.”
Sacudí la cabeza como haciendo un movimiento de Michael. “Si, está autorizado. Pero di a Michael que me llame.”
“Perfecto, lo haré, Reverendo Sharpton.”
Me senté a esperar, sin poder volver a dormir. Pasó una hora sin que llamara. Una hora y media. Luego volví a llamar al Sr. Reid.
“Sr. Reid, ¿fue al final Michael?”
“Si, vino” dijo el Sr. Reid. “Estuvo aquí sentado una hora. Me dijo que había peinado mal el pelo de James. Cogió un peine y lo volvió a peinar.”
“Espera un momento, ¿volvió a peinarle?”
“Si, lo rehizo,” dijo el Sr. Reed. “Decía que yo lo había hecho mal. Estuvo sentado junto al cuerpo durante una hora.”
“¿Le dijiste que me llamara?”
“Si, dijo que te llamaría.”
“Está en la ciudad y quiere venir a la funeraria y ver el cuerpo” me dijo.
“¿Michael Jackson? Pero Michael está en Bahrain.”
“No, está aquí. Quiere venir a ver al Sr. Brown,” dijo el Sr. Reid. “No quiero despertar a las chicas ahora.”
Sacudí la cabeza como haciendo un movimiento de Michael. “Si, está autorizado. Pero di a Michael que me llame.”
“Perfecto, lo haré, Reverendo Sharpton.”
Me senté a esperar, sin poder volver a dormir. Pasó una hora sin que llamara. Una hora y media. Luego volví a llamar al Sr. Reid.
“Sr. Reid, ¿fue al final Michael?”
“Si, vino” dijo el Sr. Reid. “Estuvo aquí sentado una hora. Me dijo que había peinado mal el pelo de James. Cogió un peine y lo volvió a peinar.”
“Espera un momento, ¿volvió a peinarle?”
“Si, lo rehizo,” dijo el Sr. Reed. “Decía que yo lo había hecho mal. Estuvo sentado junto al cuerpo durante una hora.”
“¿Le dijiste que me llamara?”
“Si, dijo que te llamaría.”
Llamé yo mismo a Michael y le dije que no se fuera. Conocía bien a Michael, vendría, se sentaría con el cuerpo y luego se iría de la ciudad.
“Un día tendrás que reaparecer en público,” le dije a Michael.
No había estado en Estados Unidos ni se le había visto en público desde el juicio, que había acabado año y medio antes.
“¿Qué mejor momento para hacerlo? Vienes y muestras respeto a tu ídolo,” le dije.
Dijo “lo pensaré,” y colgó.
Se corrió la voz de que Michael había estado en la ciudad, pero que se había ido. En cambio, al día siguiente, hacia la mitad de funeral en el James Brown Arena, Michael llegó y se sentó a mi lado y de la familia. La banda estaba tocando un tributo a James tocando algunas de sus mejores canciones. Los miembros de la banda comenzaron a hacer señas a Michael para que se uniera a ellos en el escenario.
“Un día tendrás que reaparecer en público,” le dije a Michael.
No había estado en Estados Unidos ni se le había visto en público desde el juicio, que había acabado año y medio antes.
“¿Qué mejor momento para hacerlo? Vienes y muestras respeto a tu ídolo,” le dije.
Dijo “lo pensaré,” y colgó.
Se corrió la voz de que Michael había estado en la ciudad, pero que se había ido. En cambio, al día siguiente, hacia la mitad de funeral en el James Brown Arena, Michael llegó y se sentó a mi lado y de la familia. La banda estaba tocando un tributo a James tocando algunas de sus mejores canciones. Los miembros de la banda comenzaron a hacer señas a Michael para que se uniera a ellos en el escenario.
“Quédate aquí sentado, no te muevas,” le dije a Michael al oído.
“¿A qué te refieres?” me respondió.
“No te muevas,” dije.
“¿Por qué?”
“Porque no querrás que la primera vez que vuelves y apareces en público la primera foto que vea todo el mundo seas tú bailando y haciendo el moonwalk. Has venido a llorar a James. No salgas con la banda.”
“Está bien” respondió moviendo la cabeza. “Pero quiero ver el cuerpo una vez más.”
“¿A qué te refieres?” me respondió.
“No te muevas,” dije.
“¿Por qué?”
“Porque no querrás que la primera vez que vuelves y apareces en público la primera foto que vea todo el mundo seas tú bailando y haciendo el moonwalk. Has venido a llorar a James. No salgas con la banda.”
“Está bien” respondió moviendo la cabeza. “Pero quiero ver el cuerpo una vez más.”
Nos levantamos y nos acercamos al ataud. La familia se reunió alrededor. Michael se inclinó y le dió un tierno beso a James, diciendo adios por última vez.
Cuando me levanté para hablar de él, comenzé hablando de Michael, de lo mucho que se fijó en James y los estándares de la música que había creado. Luego pedí a Michael que dijera algunas palabras. Esas palabras fueron lo que dió la vuelta al mundo, la reintroducción de Michael ante el público.
“James Brown fue mayor inspiración,” dijo Michael. “Desde que era un niño, no tendría más de seis años, mi padre me sacaba de la cama sin importar qué hora fuera, estuviese durmiendo o haciendo cualquier cosa, para ver en televisión como trabajaba el maestro. Y cuando veía cómo se movía, me hipnotizaba. Nunca había visto un artista como James Brown. Y en ese mismo momento, supe lo que haría el resto de mi vida, por James Brown. James Brown, te echaré de menos, te quiero muchísimo y te doy gracias por todo.”