En 1990, Michael fue a la Casa Blanca en la que recibe el Premio del Artista de la Década del presidente Bush. La esposa del presidente, Barbara Bush, recuerda en su libro una nota que hizo en su diario de la visita de Michael ese día.
Yo escribí en mi diario:
Él (Michael) fue honrado esta semana como artista de la década por el Museo de los Niños. Me acerqué a la rueda de prensa de George anunciando la visita de Gorbachov y conocí a Michael en la Oficina Oval, donde él estaba hablando con George y teniendo una "sesión de fotos."
Él (Michael) fue honrado esta semana como artista de la década por el Museo de los Niños. Me acerqué a la rueda de prensa de George anunciando la visita de Gorbachov y conocí a Michael en la Oficina Oval, donde él estaba hablando con George y teniendo una "sesión de fotos."
Lleva la ropa más sorprendente, traje negro ceñido con al menos dos grandes medallas en su pecho, y este día tenía cuatro cinturones de cuero rojo con grandes hebillas de plata. Un cinturón estaba alrededor de su cintura y los otros tres estaban alrededor de su pierna izquierda, dos por encima de la rodilla y otra por debajo.
Tiene el pelo negro y lacio, largo. Realmente hay que escucharlo, porque tiene la más suave voz, casi un susurro. Él fue muy agradable y realmente quería ver el piso de arriba en la Casa Blanca, en especial el Dormitorio de Lincoln. Así que le guié por la residencia y estaba sorprendida por el número de personas normalmente sofisticadas que, de repente parecían caminar junto a él, con la boca abierta y mirando. A él no le gustan las multitudes, y ciertamente puedo entender eso.
Después que vimos el Dormitorio Lincoln, nos fuimos al otro lado de la sala, al Dormitorio de la Reina con Millie y Ranger a nuestro lado. Los perros saltaron hacia la ventana y miraron hacia los turistas que salían por el Pórtico Norte. Esta era una cosa divertida de hacer, porque los turistas siempre daban una última mirada hacia atrás y cuando veían a los perros y a veces a mí, saludaban y tomaban fotos.
Este día le pedí a Michael de reunirse a nosotros en la ventana. Nunca he visto tanta emoción. La gente, literalmente, saltó, se rieron a carcajadas y saludaron. No me habría sorprendido si hubieran hecho volteretas y saltos mortales”.